Actualidad
16/2/2022
La subida constante de la tarifa de la luz ha dado alas a los detractores del coche eléctrico para seguir desacreditando un modelo de transporte limpio que, pese a todo, es más rentable que los vehículos de combustión. Los números no mienten.
El precio de la luz se encuentra en máximos históricos en toda Europa, nuestro país incluido, encareciéndose en 2021 un 33 % respecto a 2020. Los motivos son variados y complejos: la caída de producción de renovables, el incremento en el coste del gas, los problemas de interconexión entre países…. Pero las autoridades ya están aplicando medidas para reducirlos.
No obstante, esta situación ha servido de excusa para que muchos detractores del coche eléctrico vuelvan a poner en duda la idoneidad de su compra. En las siguientes líneas, vamos a comprobar que sigue siendo la opción más económica a medio y largo plazo.
Las ventajas de comprar un coche eléctrico se explican fácilmente con el concepto de Coste Total de Propiedad (TCO, por sus siglas en inglés), es decir, todo lo que nos cuesta ser propietario de un coche a lo largo de su vida útil. Hay muchos tipos de costes, aunque podemos identificar tres partidas principales: coste de adquisición, gastos de mantenimiento y consumo energético (sea combustible sea electricidad).
Aun teniendo coches eléctricos cada vez más asequibles (actualmente podemos comprar un Renault Twingo E-Tech por algo más de 20.000 euros), es cierto que su precio todavía es mayor que sus homólogos de combustión. Sin embargo, la diferencia se recupera a medio plazo gracias a unos gastos de mantenimiento mucho menores (en torno al 30 %) y el ahorro en impuestos (exención del impuesto de matriculación y bonificaciones de hasta el 75 % en el de circulación, según localidad). La tercera partida, el consumo energético, es la que vamos a ver a continuación.
La OCU ha querido hacer un estudio sobre el impacto que la subida de la luz ha tenido sobre el coste del consumo energético en un coche eléctrico. Para ello, han estimado que un conductor medio que recorra unos 10.000 kilómetros al año en un coche eléctrico estándar realiza un consumo de electricidad de 2.000 kWh (kilovatios/hora). Ello le supone, con precios de 2021, un coste de 447 euros.
Si ese conductor hubiese utilizado un vehículo de combustión, tendría que haber tenido en cuenta que el precio de los combustibles fósiles también ha subido en 2021, un 22 % con respecto al anterior. Para transitar estos 10.000 kilómetros, tendría que consumir unos 600 litros de diésel o 700 litros de gasolina. Con la subida de precio de los carburantes, esto le supondría 775 euros en el caso del diésel o 1.006 euros en el de la gasolina.
Así, el conductor del coche eléctrico ha pasado de pagar menos de un tercio en condiciones normales a cerca de la mitad en las circunstancias actuales. Una diferencia aún muy sustancial.
Una de las claves para poder mantener esa distancia es disponer de un punto de recarga doméstico. Cada vez es más sencillo contar con uno en nuestro domicilio, ya que la ley nos ampara y nos permite instalarlo tanto si tenemos garaje privado como plaza en un garaje comunitario. Además, algunos fabricantes nos ayudan con el proceso y la gestión de subvenciones, como Renault con su programa Ready to Charge.
Un punto de recarga inteligente como Wallbox nos ofrece funciones que posibilitan incrementar la potencia eléctrica, programar el inicio de la carga o desconectar el vehículo automáticamente. Todo ello nos brinda la oportunidad de efectuar la carga de nuestro coche eléctrico durante las horas que más nos convengan, especialmente aquellas con la tarificación más barata. Asimismo, ya existen en el mercado puntos de carga bidireccionales que permiten que la energía vaya del hogar al coche y viceversa, convirtiendo al vehículo en una original fuente para el suministro doméstico.
Lo habitual cuando compremos nuestro primer coche eléctrico es que adaptemos nuestro plan con la comercializadora que tengamos contratada. Si tenemos suscrito un plan en el mercado regulado (con tarifa PVPC), ya sabemos que existe discriminación horaria con tres franjas: punta, llano y valle. Esta última, entre las 12 de la noche y las 8 de la mañana, es la más barata y, por tanto, la más indicada para cargar nuestro vehículo mientras descansa en el garaje.
En todo caso, lo ideal es que contratemos en el mercado libre, ya que existen comercializadoras que ofrecen planes específicos para coches eléctricos. En ellos, la discriminación horaria es diferente, siendo la franja más barata (denominada supervalle) menor que en el mercado regulado: de 1 de la noche a 7 de la mañana (2 horas menos). Eso sí, el precio será sustancialmente inferior, pudiendo encontrar planes con precios de entre 0,02 y 0,07 €/kWh en hora supervalle, mientras que la hora más barata en mercado regulado fue de 0,23 €/kWh el día en que estamos escribiendo este artículo.
Incluso contando con punto de recarga doméstico y la posibilidad de programar la carga, se puede dar el caso de que tengamos que “repostar” fuera de casa.
En estos escenarios, son habituales los puntos con precios populares e incluso gratuitos que podemos localizar en centros comerciales, aparcamientos públicos, edificios de oficinas, etc. Aplicaciones para smartphones como las archiconocidas Electromaps y Google Maps, o la propia My Renault, nos pueden ser muy útiles para localizar en cualquier momento puntos de recarga cercanos.
Como vemos, comprar un coche eléctrico sigue siendo muy ventajoso incluso con la subida de los precios de la luz. A largo plazo, su atractivo aumentará a medida que los distintos problemas del mercado energético se vayan resolviendo. Con una gran ventaja adicional sobre el coche térmico: mientras que éste seguirá siempre atado al precio del petróleo, el coche eléctrico es lo que se considera un “energy-source agnostic”. Esto es, se recarga con cualquier fuente de energía eléctrica (renovable, nuclear, gas) y, por consiguiente, se beneficiará de los ajustes en el mix energético del país.