Tecno y Tendencias
14/3/2022
El vehículo eléctrico es ya una opción más que interesante para una parte importante de los potenciales compradores y es indiscutible que su cuota de mercado va a seguir creciendo en los próximos años.
Hay un elemento que a menudo pasa desapercibido y que tiene gran importancia y es la capacidad de contribución que tienen los vehículos eléctricos a una economía circular.
Las alternativas para un coche eléctrico, o de sus baterías después de su vida útil, son muy interesantes y las podríamos simplificar en: la reutilización, el reciclaje o el reacondicionamiento.
Una batería se deteriorará con el paso de muchos años hasta un nivel que pueda hacerla poco funcional para un vehículo eléctrico, pero esto no significa que no sea perfectamente válida para otros usos. En términos del tiempo que puede pasar hasta que esto suceda, no podemos obviar el hecho de que Renault, por ejemplo, garantiza sus baterías ante una posible degradación hasta un 80% de su capacidad durante 8 años o 160.000 kilómetros.
¿Y qué se podría hacer con esa batería en caso de que no se pueda utilizar para un coche eléctrico?
Las baterías en segunda vida permiten optimizar los sistemas de producción de energías renovables. Las fuentes renovables son inagotables, pero no podemos evitar que sean intermitentes, con momentos en los que o no generen electricidad o su generación sea insuficiente (falta de viento, sol, …). El uso de baterías para almacenar electricidad cuando la producción supere la demanda y que puedan suministrar dicha electricidad cuando la demanda exceda a la producción es una de las grandes alternativas para la segunda vida de las baterías.
Esta reutilización de baterías es lo que el Grupo Renault realizará mediante procesos industriales en sus Re-Factory de Flins y Sevilla. En Flins, en concreto, se alcanzará en 2030 una capacidad de reparación de 20.000 baterías y ya en 2021 la propia fábrica cuenta con un sistema de almacenamiento estacionario basado en baterías de vehículos eléctricos con una capacidad de 15,3 megavatios.
Uno de los ejemplos más interesantes de reutilización es el que se ha iniciado en la isla portuguesa de Port Santo. Esta isla cercana a Madeira se ha fijado como objetivo ser la primera isla inteligente libre de combustibles fósiles. Para conseguirlo, Renault en colaboración con Hitachi ABB, aportará un ecosistema en el que proporcionará tanto tecnología Vehicle-to Grid (el propio vehículo conectado a la Red puede ser suministro de energía en caso de necesidad), como sistemas de almacenamiento de energía basados en baterías procedentes de vehículos eléctricos.
Además del uso para almacenamiento estacionario de energía a nivel industrial, a nivel residencial también existen soluciones comercializadas para particulares. De esta forma se optimiza el uso de, por ejemplo, paneles solares en hogares. Si tenemos en cuenta que las necesidades medias de un hogar en España se sitúan en torno a los 10 kWh y una batería en segunda vida puede tener con facilidad una capacidad restante por encima de 20 kWh, esto permitiría cubrir fácilmente las necesidades de un hogar durante varios días.
¿se pueden reciclar las baterias de los coches eléctricos?
Los minerales más valiosos que forman parte de las baterías son relativamente caros, tanto en términos económicos como en términos medioambientales. Esto es así fundamentalmente por el esfuerzo que supone su extracción (minería) y su transporte (desde donde se obtiene el mineral hasta donde se fabrican las baterías, y desde dónde se producen las baterías hasta las plantas de montaje de los propios vehículos).
Pero estos minerales son muy duraderos y hasta un 95-98% de los empleados en baterías usadas pueden ser recuperados. Esta recuperación es extremadamente interesante ya que consiguen aprovechar las baterías en fin de vida como fuente de materia prima para la construcción de nuevas. Adicionalmente el hecho de recuperarlas donde se consumen evita todo el trasiego de minerales y de los componentes asociados a lo largo de toda la cadena de suministro, con el adicional ahorro económico y de emisiones.
Existen algunas iniciativas muy ambiciosas, para este reciclaje siendo una de las grandes oportunidades asociadas a la proliferación de la electromovilidad.
Conseguir prolongar la vida de un vehículo todo lo posible es el mejor favor que podemos hacer al medioambiente. Pero para conseguirlo eficientemente es necesario industrializar procesos de reacondicionamiento.
Ese es el objetivo del Grupo Renault que fue anunciado por su CEO, Luca de Meo a principios de 2021, a través del proyecto Refactory.
Gracias a este proyecto de Refactory, la fábrica de Flins y de Sevilla se dedicarán a conseguir que la vida útil de los vehículos eléctricos pueda llegar hasta el millón de kilómetros después de pasar una o varias veces por su planta de re-acondicionamiento. Todo ello permitiría que el mismo vehículo pueda tener varias vidas para diferentes tipos de clientes: aquél que compra el vehículo nuevo, el cliente que lo compra de ocasión o incluso puede ser destinado a vidas posteriores para uso compartido (Carsharing - Zity).
Pero las baterías en segunda vida, reacondicionadas y reparadas en sus celdas para mejorar su capacidad, también podrían incluso servir para incorporarse en vehículos de combustión que se reacondicionen para transformarse en vehículos eléctricos, lo que denominamos como “re-trofit”. La industrialización de procesos para la reconversión de vehículos en eléctricos es probablemente la mejor manera de conseguir que estos procesos sean viables. Este proyecto de reconversión es, sin duda, un proyecto ilusionante y resulta fascinante que un grupo industrial consolidado como Renault aborde con decisión una iniciativa de esta naturaleza.
El vehículo eléctrico por tanto no solo tiene una duración que será como mínimo similar a la de cualquier vehículo de combustión equivalente, sino que aporta un abanico interesantísimo de posibilidades que nos permiten acercarnos al ideal de una economía circular con un aprovechamiento óptimo de recursos.
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