Detrás del volante

“Made in Europe”, ¿debería ser un criterio para comprar tu próximo coche?

José Ramón Martínez Fondón - 6/5/2024

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Allá por los años 80 se popularizó la expresión “Made in Spain” frente a la etiqueta de origen Made in China o Made in Taiwan, que se habían hecho omnipresentes en muchos artículos de consumo. El objetivo era apoyar el producto fabricado en España frente al importado, especialmente de mercados asiáticos, y se resaltaban valores como la calidad final o, de manera más subyacente, el empleo que generaba en nuestro propio país.

 

En esta misma línea, Luca de Meo, CEO de Renault, ha enviado recientemente una carta pública apelando al “Made in Europe” en el sector de la automoción. Su mensaje va dirigido a las instituciones públicas, pero también supone un llamamiento al comprador para que opte por marcas europeas a la hora de adquirir un coche nuevo. Pero en este caso no se trata de productos de gran rotación, sino de una de las compras más importantes que podemos realizar en nuestra vida. ¿Hasta qué punto debemos tener en cuenta el origen de nuestro próximo automóvil? ¿Qué implicaciones tiene adquirir un coche fabricado en Europa? Analizamos algunas cuestiones al respecto.

la confianza que genera la proximidad de los concesionarios

El comercio electrónico o por internet es sin duda una modalidad de compra que crece cada año. Sin embargo, aún no puede igualar la experiencia de compra en establecimientos físicos y siendo atendidos personalmente por vendedores especializados. La compra presencial, además, genera una mayor confianza, algo fundamental y determinante en la adquisición de productos de alto valor.

 

El automóvil, una de las mayores compras que podemos realizar en nuestra vida, es un buen ejemplo. Nos gusta acudir al concesionario a conocerlo, probarlo, consultar con el comercial… y por supuesto, realizar la compra. Especialmente si se trata de un concesionario oficial que cuente con todo el prestigio del fabricante.

 

En este sentido, contar con red amplia de concesionarios oficiales supone una ventaja competitiva para los fabricantes más consolidados, especialmente los europeos. Renault, por ejemplo, cuenta con más de 250 concesionarios en España y unos 2.400 en toda Europa. El trato directo y cercano de un técnico o un comercial resulta un valor diferencial que la compra online, o a través de intermediarios, difícilmente puede igualar.

los servicios posventa y los talleres oficiales como valor añadido al cliente

También nos genera confianza saber que, “si tenemos un problema”, tenemos un lugar físico al que acudir. Los servicios posventa aportan valor añadido al vehículo en sí mismo, desde la reparación en caso de avería hasta la contratación de servicios adicionales. Renault, por ejemplo, ofrece servicios como revisiones pre-ITV, la financiación de reparaciones o el mantenimiento a manos de quien mejor conoce nuestro coche.

 

El uso de repuestos oficiales es, nuevamente, una ventaja de los fabricantes europeos frente a otros de otras regiones. Aunque estos cuenten con una red de distribuidores, los plazos de entrega y los costes se incrementarán en la mayoría de los casos, y también puede suponer la inmovilización del vehículo durante un tiempo prolongado. La cercanía de los centros de producción y logística de los fabricantes europeos juega aquí un papel fundamental a la hora de resolver averías.

conocer al usuario local y responder a sus gustos y necesidades

Como vemos, la proximidad de las plantas productivas es una ventaja para compradores y propietarios. También lo hace la cercanía de centros encargados de tareas fundamentales en el desarrollo del vehículo, como el diseño o la investigación. En este sentido, la ubicación en el continente permite una escucha social y un mayor conocimiento del público europeo.

 

Frente a la tendencia generalizada en la industria de ofrecer modelos globales, los fabricantes locales se ajustan a los gustos y necesidades reales de los europeos, teniendo una mayor capacidad de adaptación a los cambios sociales, brindando vehículos casi personalizados al público local.

 

Precisamente, una de las claves del éxito y liderazgo de Renault es contar con una historia de más de 125 años comercializando en toda Europa. Ello le ha otorgado un profundo conocimiento del público europeo, incluso anticipándose a los cambios en sus gustos y necesidades. Diseñando y desarrollando vehículos con el usuario en el centro del proceso, han sabido lanzar vehículos realmente innovadores que se han convertido en auténticos iconos.

 

Un ejemplo es el Renault 4, el vehículo multiuso que daría libertad a la población rural de los años 60; el Renault Espace, primer monovolumen para una nueva familia numerosa; o el Renault Twizy, cuyo papel fue el de revolucionar la movilidad en la ciudad. Todos supusieron auténticos hitos. En esta misma línea, estamos asistiendo al lanzamiento de Renault 5 100% eléctrico, que toma el testigo de su antecesor para hacer popular el coche eléctrico pensado para la vida urbana.

la producción local como vía para una automoción más sostenible

Hay otros muchos aspectos en los que podemos vernos beneficiados por el “Made in Europe” en el sector de la automoción. El más patente es el factor medioambiental, la menor cantidad de emisiones que supone fabricar en Europa. Nuevamente debido a la proximidad de los centros de producción con los puntos de venta, se produce el ahorro de combustible que supone transportar vehículos desde otras partes del planeta a decenas de miles de kilómetros. Con todo, un estudio de Transport & Environment revela que fabricar un coche en Europa supone un 20-30% menos de emisiones que hacerlo en otras partes del planeta.

 

En esta huella de carbono también influye el mix energético de la Unión Europea, esto es, el origen de la energía utilizada en la fabricación de los vehículos. Mientras que otras regiones del planeta siguen obteniendo su energía en buena medida en combustibles fósiles, la Unión Europea está legislando e incentivando para que ésta sea más limpia y renovable. La respuesta de los fabricantes europeos, que ya han reducido un 43% las emisiones de sus fábricas en diez años, ha sido la de nuevas inversiones (entre 2022 y 2024, de 252.000 millones de euros) para adaptar sus plantas y hacerlas más sostenibles

hacer Europa una economía más viva

Este escenario supone la aparición de nuevas oportunidades de generación de riqueza y empleo. Precisamente se estima la creación de más de un millón de nuevos puestos en Europa para 2030 de los llamados “empleos verdes”, en áreas como el reciclaje o el refactoring, las energías renovables, la movilidad sostenible y, por supuesto, el coche eléctrico. Es solo una de las vías de crecimiento del sector de la Automoción, que ya emplea a más de 13 millones de personas en toda Europa, el 7% del total de los trabajadores y el 8% de los puramente industriales. No en vano, la industria automotriz supone el 8% del PNB de todos los países miembros de la UE.

 

Es además de los sectores que más superávit comercial presenta, es decir, que se venden al exterior más vehículos y componentes de los que se compran de fuera para nosotros. Dicho con otras palabras, el sector de la automoción es un generador de riqueza para la Unión Europea, con un saldo positivo valorado en 102.000 millones de euros.

 

En España (donde Renault tiene gran presencia con tres grandes fábricas) las cifras van en la misma línea. Los datos oficiales dicen que la industria de la automoción representa el 7,7% del PIB del país, y según otras fuentes podría alcanzar incluso el 10% con la riqueza generada por las empresas que prestan servicios al sector. Teniendo en cuenta que España, según ANFAC, exporta el 86% de los vehículos y el 60% de los componentes que produce, el saldo comercial sería proporcionalmente mayor al de la UE: en 2023, de 18.843 millones de euros en vehículos y de 12.448 millones teniendo en cuenta también componentes. Todo esto termina por confirmar nuestras sospechas: lo que es bueno para Europa, es bueno para nosotros.

 

 

 

sobre el autor

José Ramón Martínez

periodista especializado en motor